La llamada de… Pierre Michon
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La madre de Pierre Michon era la maestra del pueblo y, en consecuencia, vivía con los suyos en un piso habilitado justo encima de la escuela. Los domingos, cuando el silencio se adueñaba del edificio y las motas de polvo flotaban en los recortes de luz, el pequeño Pierre bajaba por las escaleras, entraba en la clase y se sentaba no en el pupitre de algún alumno, sino a la mesa de la profesora.