Adriana Murad: «Sería un error que hubiera una explicación para todo»
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En la penumbra de la floristería y cafetería el Salón des Fleurs, mientras humea una infusión, Adriana Murad Konings (Madrid, 1997) se acomoda entre flores secas a la luz de un candil. La escena, más que un decorado, parece un fragmento de su novela: hay algo fantasmagórico en el ambiente, una calma antigua donde las presencias se sienten más que se ven. Sobrevuela el duelo, como lo hace en Los idólatras y todos los que aman (Anagrama, 2025), su segunda novela.